EDMON GIMENO Y EL ROBO DE ZAPATOS

edmon gimenoHace unos días leí la noticia de un robo de zapatos de víctimas del Holocausto expuestos en el museo del campo de Majdanek, en Polonia, a pocos kilómetros de Lublin. En este campo de exterminio creado por Himmler en 1941 se exhiben más de 56 mil zapatos protegidos por alambradas tal como muestra la imagen.

De repente vino a mi mente un episodio vivido por todo un personaje, uno de los veinte protagonistas a los que entrevisté para “VIVOS EN EL AVERNO NAZI” (Editorial Crítica):EDMON GIMENO FONT (Caseres –Tarragona-campo nazi1923-2014).

A él le robaron los zapatos de deportado durante su primera noche en el campo nazi de Dora. Puede parecer un detalle sin mayor trascendencia, pero dentro de un campo de concentración y, especialmente, en pleno invierno a temperaturas bajo cero, tener los pies calzados era algo de vital importancia. La vida o la muerte de los presos podía depender de ello.

Edmon llegó a Dora-Mittelbau (Alemania), en febrero de 1944. Allí, miles de presos fabricaban motores de avión en la fábrica subterránea de Mittelwerk y, además, en el interior de enormes túneles producían las V1 y V2, bombas mortíferas volantes que podían alcanzar objetivos muy lejanos.

Este era uno de los recuerdos más vivos que tenía Edmon del gigante de Dora. Con tan sólo llegar le hicieron dormir dentro de los túneles junto con otros presos. Pasaron la primera noche en las entrañas de la montaña, en el interior de la fábrica subterránea donde tantos deportados encontraron la muerte. Recuerdo que me decía:

-El espectáculo era terrorífico. El ruido de las explosiones, el de las perforadoras, el humo y el polvo hacían el ambiente irrespirable…Humedad, falta de aire, trabajos forzados, golpes, gente desfallecida. Allí morían todos los hombres a montones…

Pasaron la noche en un lateral del túnel, un lugar frío, insalubre, fangoso para, a la mañana siguiente, salir al Kommando de trabajo. Aquella noche, de repente, desde la penumbra divisó alguna sombra, furtiva, rauda y veloz. Era un ladrón, le robó los zapatos y le dejó a cambio otros totalmente despedazados.

Vio salir corriendo a aquella sombra y, al instante, supo qué había pasado, pero si gritaba los kapos se lanzarían sobre él hasta destrozarle a golpes por alterar su sueño. Optó por callarse y aguantar.

-Los días siguientes tuve que ir con aquella especie de zapatos rotos, con suela de madera y una mínima tela de sujeción, con los dedos al aire. Así estuve en la appellplatz cada día, a las cinco de la madrugada…Tenía la impresión de que no sobreviviría. Al final me dijeron quién podría ayudarme y conseguí otros zapatos, si pueden llamarse así, mejores.

En enero de 2015 se cumplirá un año del fallecimiento de Edmon Gimeno, un hombre inagotable, culto, vital, Doctor en Geografía e Historia y autor de “Buchenwald, Dora, Bergen-Belsen. Vivencias de un deportado”.

Recuerdo que el equipo de @Ed_Critica fue a visitarle para grabar un video promocional de “Vivos en el averno nazi”. Les narró con emoción las amenazas de un SS durante su cautiverio. Decía: “Du morgen, krematorium”… /“Tú, mañana, crematorio»/…

http://www.europapress.es/internacional/noticia-roban-zapatos-victimas-holocausto-antiguo-campo-concentracion-20141126112402.html

ADIÓS AL DEPORTADO ESTEBAN PÉREZ

ESTEBAN PÉREZ PÉREZ (Portillo de Toledo, 1910 – Montséret 2014): EL HOMBRE QUE ELABORÓ COMBUSTIBLE PARA LOS MISILES V1 Y V2 

Hace pocos días ha fallecido Esteban PérEsteban Pérez (4)ez, un personaje peculiar. Le conocí en el año 2009 con motivo de un viaje organizado por la Amical Mauthausen a Austri para la conmemoración de la liberación de los campos de concentración nazis. Él se encargó de depositar la ofrenda de flores en el sarcófago de la Appellplatz de Mauthausen durante la celebración. Aquél día ya me sorprendió. Era un hombre con la mente muy ágil y despierta que explicaba su terrible experiencia mientras visitábamos el campo en compañía de otros dos supervivientes: José Alcubierre, al que también entrevisté en su casa para el libro “Vivos…”, y el ya fallecido Juan Camacho.

Esteban iba acompañado de su inseparable Térèse y hacía gala de un excelente humor, buena memoria y una salud física envidiable. Cantaba, recitaba poemas, incluso marcaba algunos pasos de baile… pero en el instante de la ceremonia en memoria de los fallecidos, su semblante cambió totalmente, se sumergió en un silencio absoluto y, al compás de la música que sonaba por todo el campo, efectuó la ofrenda floral con profundo sentimiento. No podía ser de otra forma, allí uno se impregna totalmente del dolor ajeno.Exif_JPEG_PICTURE

La segunda vez que hablé con él fue cuando le visité en su casa de Montséret, en Narbonne, un lugar tranquilo, lejos del bullicio. Fui allí para entrevistarle, en diciembre de 2009. Y, por supuesto, también estaba Térèse. Fuimos a comer y luego charlamos durante horas. Resultaba divertido cómo entremezclaba el español con el francés mientras recordaba sus cualidades de poeta. Allí, en el salón, me llamó la atención una poesía enmarcada que había escrito a su esposa cinco días después de la liberación de Mauthausen y una fotografía suya enmarcada en la pared, vestido con el traje de rayas. Fue tomada tras la liberación, en Créteil, en uno de los centros de reposo que atendieron a los deportados para restablecerse de toda aquella masacre.

Me dijo que también guardaba el traje, pero aquél día decidió ponerse una bufanda de rayas y mostrar las medallas concedidas al mérito por el gobierno francés y la cruz de antiguos combatientes. Así le fotografié.

Esteban luchó durante la Guerra Civil, sufrió graves heridas, cruzó la frontera de Francia en Febrero de 1939, inició su peregrinaje por tres campos franceses (Barcares, Saint-Cyprien y Argêlers), trabajó en la Línea Maginot, fue capturado por las tropas alemanas en mayo de 1940, conducido a un campo de prisioneros de guerra (Stalag XVII-B) y, finalmente, transportado al campo nazi de Mauthausen para luego trabajar en las fábricas de Steyr y Redl-Zipf.

Es un largo recorrido intentado evitarExif_JPEG_PICTURE la muerte a diario y más de diez años de lucha y combate, desde el inicio de la Guerra Civil en 1936 hasta la liberación de los campos al final de la II Guerra Mundial en mayo de 1945. Todo esto para luego no poder regresar a España y tener que reinventarse en Francia, país que acogió a la mayoría de españoles que no volvieron por temor a represalias franquistas.

Sin embargo él lo cuenta todo con la tranquilidad del transcurrir de los años. Tan sólo se emociona visiblemente al recordar a un coronel médico de la enfermería, un checo que le salvó la vida. Le alertó de no pisar la enfermería aún estando enfermo bajo riesgo de ser eliminado por una de las inyecciones letales aplicadas a los presos debilitados.

-La piqûre, la piqûre….-reiteró varias veces con voz entrecortada al borde del llanto…

La inyección era una de tantas formas de matar existentes en los campos nazis. Ahorcamientos, fusilamientos, palizas, ataques de perros, duchas de agua helada, experimentos médicos, cámara de gas… En Mauthausen fue muy popular Airbert Heim, conocido como Doctor Muerte, que llevó a cabo numerosos experimentos médicos con los presos durante su estancia en el campo, entre el 8 de octubre y el 29 de noviembre de 1941. Fue uno de los médicos más crueles del III Reich, al igual que Eduard Krebsbach, jefe de los SS médicos que llegó al campo a mediados de 1941 hasta 1943 y sería el iniciador de la matanza masiva de presos por inyección letal.camara de gas

Esteban logro evadir “la piqûre” y, una vez recuperado, tuvo un nuevo destino, el komando Schlier, en Redl-Zipf, donde se fabricaba combustible para los misiles V1 y V2.

Su narración era impactante. Me alegro de haberle conocido e incluir su relato junto con otros veinte entrevistados en “Vivos en el averno nazi”.

Ahora que su voz se ha apagado, recuerdo que cuando estuve en su casa me preguntó por otros deportados. Uno de ellos, con el que habíamos viajado a Mauthausen, era Juan Camacho. Le dije que había fallecido, algo que le entristeció profundamente. Se quedó en silencio unos segundos, pensativo, luego me miró me dijo:

-Ya no quedamos casi ninguno ¿c’est vrai?

Cierto, es inevitable. Pero lo peor es el olvido….

Anochecía en Montséret, era hora de partir. Esteban se levantó de la silla para acompañarme al coche y evitar que regresara de noche:

-¡Allez, allez, partez vite à l’Espagne! C’est un long chemin….

Esteban Pérez (2)Es la última imagen que tengo de él y de Térèse, despidiéndonos cariñosamente tras pasar una jornada conversando de un pasado no tan lejano. Mientras, reflexioné sobre el instinto de superación y supervivencia de aquellas personas que han vivido años de lucha, guerra, torturas y han sufrido en silencio el olvido de la sociedad.

JESÚS TELLO (Épila de Jalón, 1924 / Tournefeuille, 2013)

HORRIBLES TORTURAS EN EL BARRACÓN 32, DE LOS “INVÁLIDOS»

Foto Jesús Tello w“Gusen era lo peor. A veces hacían lavar muertos con una escoba de barrendero y un tubo de agua. ¡Daba una impresión! Era en el bordillo de la acera, entre la barraca y la acera exterior alquitranada, lo que separa la barraca. Pues en el bordillo ese un tubo de agua, cuatro escobazos a los muertos y llegaba un carrito para transportarlos con unas tenazas enormes, como esas que usan en las fundiciones que sirven para coger el material incandescente. Se parecían mucho. Los cogían por el cuello y los llevaban a rastras. Pero antes les abrían la boca pisándoles la garganta y si había dientes de oro los arrancaban primero. Que nadie venga ahora a decirme que no es verdad, ¿eh? Eso a los muertos, pero los que estaban aún vivos, moribundos, los arrastraban hasta adentro, les metían la cabeza en un bidón de agua hasta que se ahogaran”.

-Verídico, ¡yo lo vi!- me dice Jesús Tello, con el tono de voz firme y decidido que le caracteriza al narrar esta esperpéntica escena que presenció en Gusen.

-Sí, sí, puedes escribirlo, es cierto- reiteraba agitado. Exif_JPEG_PICTURE

Y así lo hice, lo conté en el libro ‘Vivos en el averno nazi’ donde él es uno de los 20 entrevistados a los que acudí a visitar a su casa para conocer su pasado. Por desgracia es también uno de los que fallecieron en el transcurso de 2013.

Particularmente, fue uno de las personas que más me impactaron tanto por su portentosa y milimétrica memoria, aún a pesar de su avanzada edad, como por la intensidad de su relato y su forma de hablar, repleta de indignación hacia las brutalidades de aquél pasado en los campos nazis.

La entrevista tuvo lugar en su casa, junto con su esposa Carmen y allí estuvimos hasta el anochecer. Siempre decía “Me puedo pasar horas, días hablando de la deportación”. Cierto, Jesús era un hombre incombustible. Comentó extensamente la tortura de las duchas frías en Gusen, las inyecciones de la muerte inoculadas a algunos de sus compañeros, su trabajo en las cocinas de los SS del campo, cómo le amenazó un oficial nazi, cuchillo en mano, preguntándole si era comunista o bolchevique sólo para divertirse, el transporte de los muertos con grandes tenazas que oprimían su cuello…

Exif_JPEG_PICTURETello tenía un discurso impactante, demoledor, entremezclando a cada rato expresiones, palabras o números en alemán, gritando, golpeando, como lo hicieron sus carceleros tantos años atrás.

Fragmento de unos tres minutos de la entrevista con Jesús Tello en su casa de Tournefeuille (Toulouse) en 2011 donde narró algunos de los episodios más crueles que vivió en el campo de Gusen. Fue todo un placer conocerle y hablar con él.

En la Cadena SER, con Carles Francino en ‘La Ventana’

 

Los 20 testimonios de «Vivos en el averno nazi» coincidieron en un lema: «Todo por la deportación», con una energia vital interminable para recordar aquel pasado.
Permanecieron «Vivos» en el averno de los campos; siguieron «Vivos» durante años encerrados en su Silencio y su No Retorno a España y, finalmente, estuvieron «Vivos» después para contarlo todo.

En La Ventana, cadena SER, Carles Francino realizó una fantástica pieza radiofónica. Gracias.


(La ventana)  LA VENTANA con Carles Francino CADENA SER

Montserrat Llor en La Ventana, cadena SER, con Carles Francino

Montserrat Llor en La Ventana, cadena SER, con Carles Francino

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

VIVOS EN EL AVERNO NAZI (editorial Crítica-grupo Planeta)

PORTADA
VIVOS EN EL AVERNO NAZI. En busca de los últimos supervivientes españoles de los campos de concentración de la segunda guerra mundial.

«Un libro emocionante y un documento extraordinario sobre el Mal del mundo, pero también sobre el Bien, sobre la increíble capacidad de supervivencia de los humanos» 

Rosa Montero

«¿Otro libro sobre los campos de exterminio nazis?», se preguntarán algunos al tomar este volumen en sus manos. Si comienzan a leerlo descubrirán que no es «un libro más» y, de paso, se percatarán de lo mucho que ignoraban acerca de este mundo de lucha, sufrimiento y resistencia en que se vieron involucrados tantos españoles. Montserrat Llor ha realizado un espléndido trabajo de investigación, entrevistando a un gran número de supervivientes, con el fin de ir más allá de la literatura habitual sobre los campos y recuperar a estos hombres y mujeres, no como víctimas de un drama colectivo, sino como seres humanos que vivieron, cada uno a su modo, la experiencia del campo y su posterior reinserción en la sociedad: «saber cómo viven hoy, en su vejez, aquellos recuerdos de la guerra, exilio, deportación, el retorno (o no retorno) y el silencio».

Josep Fontana (historiador prologuista del libro)

EN RECUERDO DE EDMON GIMENO, UNO DE LOS ÚLTIMOS SUPERVIVIENTES ESPAÑOLES DE LOS CAMPOS NAZIS

En la noche de Reyes el buen amigo Juan Manuel Calvo, historiador y miembro de la junta directiva de la Amical de Mauthausen en Barcelona me comunicó una triste noticia: el fallecimiento de Edmon Gimeno en Caseres (província de Tarragona) justo al comenzar el año nuevo, la noche del 2 al 3 de enero de 2014.

Me ha entristecido profundamente esta noticia y es algo que aún me cuesta creer porque todavía tengo en la mente su imágen de hombre positivo, culto con una energía mental e intelectual importante. Eso es lo que me transmitió cuando visité a Edmon en su casa unos tres años atrás, un hombre sabio y humilde, lo que le hace doblemente sabio. Y además inteligente, doctor en Geografía e Historia que hablaba en alemán, escribía muy bien, trabajó durante años en el Diccionario Enciclopédico de Salvat y efectuó múltiples traducciones de entre las que destaca el geógrafo francés Pierre Deffontaines.

Es uno de los 20 personajes de “Vivos en el averno nazi” (ed. Crítica) que verá la luz a partir del 21 de enero de 2014. Precisamente hablé con él en el mes de octubre y, más tarde, en noviembre para comentar algunos aspectos de su experiencia por los campos nazis. Me sorprendió gratamente su conversación durante casi hora y media a sus noventa años, con una claridad mental y argumental como pocas veces he visto en otros deportados. Se mostraba inmensamente entristecido por la muerte de su hermana. “Es una gran pérdida, no me puedo acostumbrar” me dijo en varias ocasiones durante nuestra conversación telefónica con voz emocionada.

Sus recuerdos del exilio tras la guerra civil y su paso por los campos de concentración nazis de la II Guerra Mundial queda reflejado en su libro “Buchenwald, Dora, Bergen-Belsen. Vivencias de un deportado”, una edición de la asociación Amical de Mauthausen con prólogo de la recién salida presidenta de la asociación, la historiadora Rosa Torán. Sin embargo, por teléfono me comentó que tenía una ilusión, publicar otro libro contando sus memorias de adolescencia y de guerra, cómo vivió su adolescencia durante la guerra civil en España, antes del exilio de su familia.  Fueron más dos años de una juventud perdida, de los 13 a los 15 años. Lo tenía todo documentado, escrito hasta el último detalle, el día a día de lo que ocurría hasta el exilio.

Cuando hablaba de su experiencia en los campos nazis lo hacía perplejo por tanta barbaridad existente en el ser humano. Me contó momentos de espanto como el fusilamiento de unos presos de su vagón al escarbar en la madera del suelo para intentar escapar; la terrible llegada al campo de Buchenwald desnudos bajo la nieve; su traslado, un mes al campo de Dora-Mittelbau (Alemania); su trabajo en el infecto Kommando de las letrinas, el terrible túnel de Dora donde murieron miles de hombres trabajando en condiciones inhumanas la fabricación de los cohetes V1 y V2. Recordaba muy bien su experiencia en el interior de aquél infierno, el gran túnel de Dora, con raíles, vías férreas, lleno de vagones gigantescos, hombres trabajando sin apenas poder respirar, cayendo de agotamiento, hambre y enfermedad, bajo un ruido ensordecedor…

-La vida allí dentro era cruel, por nada mataban los SS. A mí un vez me dijeron “Du morgen, krematorium”, o sea, “Tú, mañana, crematorio…

Hablar con Gimeno es aprender una lección de vida. Solamente hay una cosa que no tolera en absoluto: la violencia.

Recuerdo perfectamente bien sus primeras palabras para el capítulo de “Vivos en el averno nazi”:

“Estoy aturdido, no llegaré a comprender nunca que una parte de la población, en nombre de la raza y de la superioridad sobre los demás, haya llegado a cometer tantos actos criminales. Cómo puede ser que el pueblo alemán, con tan buenos literatos e intelectuales, hiciera, bajo el mando de Hitler, tal barbarie y tanta gente haya colaborado…. Creo que gente criminal debe pagar por lo menos con la cárcel, sí. Los que han matado a niños, mujeres, a tanta gente, no se merecen el respeto de nadie. Un castigo por el atentado moral que han hecho”.Edmon Gimeno