El abuelo desconocido muerto en Gusen y su hermano fusilado por Franco

Pablo Villarrubia Martín 1Es uno de los más de 7.500 españoles que fueron deportados al campo de concentración de Mauthausen, en Austria, durante la segunda guerra mundial. De ellos, tan sólo sobrevivieron 2.300, pero el carabinero Pablo Villarrubia Martín no regresó jamás. Es un olvidado, un desconocido incluso para su propia familia. Nadie supo nada de él, desapareció un anochecer cuando, al finalizar la guerra civil, cientos de miles de personas huían de una España perdida, sumergida en las redes del franquismo.

Sirva este texto como reconocimiento a tantos otros desconocidos que merecen, por parte de sus familiares y de la sociedad, el rescate de su historia. Este hombre es el causante del interés por la deportación de quien suscribe estas líneas, el abuelo desconocido de su familia política, y el detonante para llevar a cabo más de veinte entrevistas a españoles supervivientes del horror nazi que forman parte de ‘Vivos en el averno nazi’. Es también la historia de una investigación, de cómo reconstruir una vida, un pasado.

Fueron casi diez años de combate incesante en tiempos crueles. Luchó durante la guerra civil (1936-1939), se exilió a Francia, fue detenido y preso en un Stalag, campo de prisioneros de guerra en Alemania, más tarde deportado al campo de Mauthausen en diciembre de 1940 y, finalmente, trasladado, en una de las primeras expediciones, al anexo de Gusen, a cuatro kilómetros del campo central, donde fallecería un año más tarde.

Mientras él se debatía entre la vida y la muerte en los campos nazis, su hermano, Nicanor Villarrubia, seguía luchando contra el fascismo en la España de Franco de los años 40. Fue preso, torturado en la cárcel y, finalmente fusilado junto con otros hombres. Les denominaron los 17 de Carabanchel, ejecutados en agosto de 1947. De él tan sólo quedaba un recorte de periódico guardado por la familia durante toda la vida y gracias al cual podremos reconstruir una pequeña parte de su vida.

La historia de estos dos hermanos es una de tantos miles de españoles anónimos que perdieron la guerra, de los que no hay apenas registro alguno. El franquismo los eliminó del camino y la transición los olvidó.

Es posible aún hoy, después de setenta años de la liberación de los campos nazis, reconstruir sus vidas. Esta en concreto ha requerido la consulta de listados como el “Livre Memorial” de la Fondation pour la Mémoire, archivos y documentos del Centro Documental de Memoria Histórica de Salamanca, el Boletín oficiaNicanor Villarrubia muerte Franco 3l del Instituto de Carabineros, el Diario Oficial de la Gaceta de la República y los archivos Juan de Diego en el Museo de Historia de Cataluña. También fue crucial la localización de dos cartas guardadas por la familia que en su día emitió la Cruz Roja Española y Alemana.

Guerra civil, familias destrozadas

Nacido en Yuncler (Toledo) el mes de enero de 1913, Pablo Villarrubia Martín era el dueño, junto con su hermano Nicanor, de una imprenta de carteles de cine en el Madrid de los años treinta. Su vida transcurría normalmente hasta que estalló la guerra civil y decidió luchar como oficial republicano. Fue nombrado sargento del batallón nº 31 de carabineros el 5 de febrero de 1938, dato conseguido a través del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.

En plena contienda trasladaría su residencia de Madrid a Camprodón (Gerona) junto con su esposa Carmen y su hijo Pablo, un niño de apenas cinco años, hoy mi suegro, que es gracias a quien conocería su historia.

Un año más tarde, enero de 1939, tras el nacimiento de una hija y cuando ya se daba por perdida la guerra, serían desplazados hacia Puigcerdá realizando el trayecto en la oscuridad de la noche, amparados por soldados republicanos. Allí se separaron, él como militar emprendería otra ruta. Jamás volverían a verse.

Su esposa e hijos tendrían pronto un nuevo destino, primero hacia La Bretagne en tren, para llegar después a Les Chammps-Géraux, donde residirían unos dos años hasta trasladarse definitivamente a Cognac (Francia) donde entrarían en contacto con los maquis. Allí Carmen trabajó en la cocina del campo de aviación donde conoció a un piloto de la Luftwaffe, el mismo que, tiempo después, tras realizar diversas averiguaciones, le dio la mala noticia de la muerte de su marido en Gusen.

Épinal, Fallingbostel y Mauthausen

¿Cuál habría sido la trayectoria del camarada Villarrubia? En Puigcerdà vio por última vez a su familia y meses después estalló la segunda guerra mundial, en septiembre de 1939. Fue capturado por los franceses en Épinal en 1940 y entregado a los alemanes, que le condujeron al Stalag XI B de Alemania, situado en la población de Fallingbostel, en el departamento de Hannover.

Hasta este instante era un prisionero de guerra, pero pronto se vería desposeído de tal condición para convertirse en un apátrida, entregado a los nazis con el beneplácito del gobierno de Franco, que abandonaba a su suerte a quienes le incomodaban allende de sus fronteras. El 5 de septiembre de 1940 un convoy parte de dicho Stalag hacia el campo de Mauthausen, adonde llegará tres días más tarde, el 8 de septiembre de 1940. Allí su nombre desparecerá, será tan sólo el preso número 4.384.

El abuelo de esta historia se encontraba a bordo de la 8ª expedición, de un total de hasta 118 trenes con republicanos españoles que cubrieron el trayecto desde los Stalags (campos de prisioneros de guerra) hasta su trágico destino en Mauthausen.

Para reconstruir algo más de su vida en los campos era preciso saber cuántos españoles viajaban en aquél tren de la 8ª expedición y cuáles sobrevivieron tras la liberación. Se trataba de localizar alguno para intentar saber algo más de cómo fue su día a día dentro del campo, cómo murió.

De los 201 deportados que viajaban a bordo, murieron 162, una mayoría. El “Livre-Mémorial des déportés de France 1940-1945”, editado por Fondation pour la Mémoire de la Déportation, dio la pista necesaria, aparecían los nombres de los españoles en el mismo convoy del abuelo, sus compañeros de viaje a los campos nazis.

El azar quiso que la autora de estas líneas localizara vivo a uno de entre una treintena de nombres: Emilio Caballero Vico, con quien se produciría otra coincidencia, si así puede decirse. Además de haber estado en el mismo Stalag XI B Fallingbostel, pertenecieron a la misma Compañía de Trabajadores Extranjeros, la 89 CTE y, por último, ambos serían conducidos desde Mauthausen a su anexo Gusen en la misma fecha, el 24 de enero de 1941. Sólo que Emilio sobreviviría y el abuelo desconocido moriría el 7 de diciembre de 1941.

Por lo tanto, aunque no se conocieran o no se identificaran visualmente, ambos habían compartido vivencias, espacio y tiempo.

Al comentar estas fechas y situaciones con Emilio, éste sonreía y decía:

“Si, son muchas coincidencias. Bueno, yo era cuatro años más joven que él solamente. Lo que está claro es que, además de todo eso, llegamos a Gusen en el primer equipo de españoles, en la peor época”.
La Cruz roja y otros documentos del pasado

Carta Cruz Roja defunción abuelo 2 reducidaAyudó a reconstruir esta historia una carta que la Cruz Roja Española envió a la familia, a la hermana del fallecido residente entonces en Madrid, en el año 1944 con el objetivo de informar del deceso del carabinero Villarrubia. Escrita a mano, en letra inglesa y firmada por un peculiar personaje, ‘El Conde de la Granja’, jefe del gabinete de información de la Cruz Roja Española, en contacto permanente con la Cruz Roja Alemana.

Igualmente fundamental fue localizar en el baúl de los recuerdos un documento fechado un 13 de mayo de 1948 en París que recibió en Francia su viuda. El remitente era la Association Nationale de Déportés et Internés Résistants et Patriotes -entidad creada por los propios deportados en octubre de 1945- y la AIEA (Association des Déportés Internes Espanols Antifascistes) cuyo secretario Manuel Razola, superviviente de Mauthausen, firmaba dicho documento certificando los datos auténticos del fallecido. Es el mismo RazExif_JPEG_PICTUREola autor del libro ‘Triángulo Azul’ junto con otro deportado, Mariano Constante.

En busca de cinco deportados de Gusen

De los veinte deportados entrevistados para el libro Vivos en el averno nazi, cuatro sobrevivieron al horror en Gusen.

Son: el ya citado Emilio Caballero Vico (Mahora-Albacete, 1917-Champigny-París, 2012) del kommando de los albañiles; Luís Estañ Alfonsea (Callosa de Segura 1917-2010), el hombre cercano al temido oberkapo conocido como El Asturias o Matajudios por su crueldad; Alejandro Vernizo (Madrid, 1918-La Val de Marne-París, 2013), que trabajó en la cantera de Kastenhof en Gusen; José Marfil Peralta (Rincón de la Victoria, 1921) el hijo del primer español muerto en Mauthausen, y Jesús Tello Gómez (Épila de Jalón-Zaragoza, 1924-Tournefeuille-Toulouse, 2013) superviviente del barracón de los inválidos.

El testimonio de estos hombres sería importante para conocer un poco más como pudo ser el día a día en aquél infierno. El trabajo duro en la trituradora de piedra donde tantos españoles murieron, las canteras de granito, el barracón 32 de los inválidos, la epidemia de tifus, y, especialmente, la tortura de las duchas frías –Totbadeaktion- que tan bien describió Jesús Tello con su memoria milimétrica y su carácter enérgico. Contaba lo siguiente:

“A algunos presos los veías llegar balanceándose, débiles y les empujaban allí… horroroso…. Las duchas frías eran una fosa, algo así como una piscina y, alrededor, había como un pasillo cementado. Tenía unos desagües para el agua, las tuberías, no había techo, no había tejado, el agua quedaba cerrada al exterior y podía llegar a una profundidad de dos metros. Tapaban los desagües cuando entrábamos tenían que eliminar a cuantos más mejor. Te gritaban, más o menos les entendías. ¡raus, raus, schnell! Oye que gritaban como locos, había que oírles…. Daba miedo….aquello era como una película. Tal como lo cuento (…) Mira, en esas duchas, si entrabas muy adentro tus propios amigos se agarraban a ti porque no soportaban el frío…se enganchaban y no te soltaban. Te transmitían su frío su desespero. Si se hundían en el agua podías estar perdido, lo cual era peor, incluso te ahogaban sin darse cuenta…. Algunos pensaban que si se agachaban evitarían el frío del agua…. Otros pensaban que alguien les ayudaría….Todos estos acabaron en el crematorio.”

Tello y los otros deportados entrevistados contaban auténticas barbaridades que generaban aún más interrogantes. ¿Fallecería el abuelo en una de aquellas horribles duchas frías? Las fechas coincidían ya que murió en uno de los inviernos más fríos, el de 1941, que se cobró la vida de muchos españoles. ¿Quizás fue a la cámara de gas? ¿O sería trasladado a lo que denominaban un ‘centro de reposo’ destinado, en realidad, al exterminio de los más debilitados?

Este último caso formaba parte de la temida operación Eutanasia o Aktion T4 nazi aplicada a los campos de concentración. Uno de estos centros era el castillo de Hartheim (Austria), lugar de exterminio y experimentos médicos al que fueron conducidos casi 500 españoles.

Para saber algo más consulté en Barcelona los archivos Juan de Diego (el que fue tercer secretario del campo de Mauthausen) ubicados en el Museo de Historia de Cataluña. Cuatro cajas contienen interesantes cartas y documentos, todo conservado en una cámara cerrada a fin de preservar su contenido.

Existen varios listados, pero el apellido Villarrubia tan sólo aparecía en la lista global de los españoles registrados en Mauthausen. No se encontraba entre los nombres de los enviados a las cámaras de gas y, además, los gaseamientos en Gusen no comenzarían hasta 1942.

Exif_JPEG_PICTUREEn cambio, según otro documento, a inicios del mes de diciembre de 1941, varios transportes de españoles partieron de Gusen hacia el ‘sanatorio’ de Dachau, forma encubierta que en realidad casi siempre les conducía a Hartheim, centro de la eutanasia nazi. Las fechas de dichos transportes eran muy cercanas al día de la muerte oficial del abuelo, el 7 de diciembre de 1941.

Sin embargo, su apellido no aparece en la relación de los 499 españoles enviados a este ‘sanatorio’ de entre un total de miles de hombres y mujeres de todas las nacionalidades.

Jamás sabremos qué ocurrió, cómo murió, si fue de hambre, frío, inanición, agotamiento, palizas, enfermedades, todo ello era cotidiano y habitual dentro de los campos de concentración nazis. Por lo menos ahora ya no es un absoluto desconocido, nos aproximamos un poco más a lo que pudo sufrir dentro de las alambradas de Mauthausen y Gusen, su lucha cotidiana para mantenerse, durante un año y tres meses, vivo dentro de aquél infierno nazi.
Blog: montserrat.llor.net
“Vivos en el averno nazi” (Ed. Crítica, 2014)

CÓMO RECUERDO A MARCELINO BILBAO

EL HOMBRE QUE SOBREVIVIÓ A LOS EXPERIMENTOS MÉDICOS DEL DOCTOR MUERTE (uno de los 20 supervivientes del libro VIVOS EN EL AVERNO NAZI)

Marcelino Bilbao (2)Falleció hace un año, a finales de enero de 2014. El tiempo ha transcurrido muy deprisa, aún le recuerdo contando durante horas su historia en su casa. ¡Pasamos casi un día entero!

Directo, cruel, despiadado. Así contaba su terrible experiencia como cobaya de los médicos SS en Mauthausen. Había leído su testimonio en el libro “Triángulo Azul” de Mariano Constante y Manuel Razola y algunos reportajes publicados sobre los experimentos médicos realizados por los nazis. Era el año 2011 cuando hacía tiempo tenía en mente visitarle.

Pero después de entrevistar en París a Francisco Bernal, el zapatero de Ebensee, el hombre que hacía las botas a los SS y calzaba con galochos a sus compatriotas, tuve claro que el siguiente destino sería Châtellerault (Francia) para conocer en su casa al que fue buen compañero y amigo suyo: Marcelino Bilbao.

Su resistencia física era innegable, su perspicacia también. Marcelino sobrevivió a las inyecciones de sustancias tóxicas que le fueron inoculadas en la zona del pecho y a los experimentos médicos a los que fue sometido. Siempre dijo que había sido el malvado Aribert Heim, el Doctor Muerte.

Marcelino era un hombre fuerte y luchador. Prueba de ello es que resistió en los diversos frentes en los que luchó durante la Guerra Civil, en los campos de internamiento franceses, en la terrible cantera de Mauthausen y también sobrevivió a los experimentos médicos de los que fue objeto. Siempre resistió. Como él mismo narra, de los 30 prisioneros inoculados en la enfermería, solamente salieron siete con vida. Le imagino entonces, bravo como era, tendido en una camilla esperando el “aguijonazo” fatal del doctor. Además de la tortura física innegable, la psicológica sería aún peor. Pero él siguió adelante y durante años fue el único español vivo para contar tan terrible expMarcelino Bilbao (9)eriencia.

Dos nombres van unidos irremediablemente a su historia: el temido Aribert Heim y el jefe de los SS médicos en el campo, Eduard Krebsbach, iniciador de la matanza masiva de presos por inyección letal, algo que le valió el apodo de ‘Dr Spritzbach’ o ‘Dr. Inyección’.

Marcelino agudizó aún más su ingenio para mantenerse vivo en aquél infierno. ¿Cómo? Haciendo ‘contrabando’ dentro de Mauthausen para algunos kapos y jefes de block. Algo tan sumamente peligroso solamente podía hacerlo alguien con tres características: juventud, picaresca y atrevimiento. Él unía a ellas su astucia y capacidad de reacción, era rápido y tenía agallas…

Es uno de los veinte testimonios del libro que escribí en 2014 ‘VIVO
S EN EL AVERNO NAZI’  (Ed. Crítica)

Al revisar el material gráfiMarcelino Bilbao y Francisco Bernalco me encontré con esta bonita imagen de dos buenos amigos: el propio Marcelino y Francisco Bernal, alias “el Chusta”, el Zapatero del campo. Están en Mauthausen, inicios de mayo de 1962, en un viaje aniversario de la liberación de los campos nazis. (foto cedida por su sobrino Etxahun Galparsoro)

Del video he extraído en baja resolución tan sólo dos minutos de entrevista para facebook. Las fotos, una de las cuales circula por todos los medios digitales, las hice en su casa entre muchas otras.

LÉON ARDITTI (Bulgaria, mayo de 1916)

TERROR EN LA BUNA, LA FÁBRICA DE LA MUERTE DE AUSCHWITZ

Hoy, 27 de enero, día interExif_JPEG_PICTUREnacional en memoria de las víctimas del Holocausto, se cumple el 70º aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Es conveniente recordarlo, difundirlo entre los más jóvenes para que tengan el testimonio directo de los que sufrieron aquél episodio de la historia, algo que no aparece en los libros de texto de las escuelas.

Por ello recuerdo un testimonio del libro “Vivos en el averno nazi” (Editorial Crítica) que escribí ahora hace exactamente un año: el sefardita LÉON ARDITTI, que sobrevivió junto con su hermano en Auschwitz Monowitz gracias a su astucia, su actitud mental y sus ganas de vivir.

Exif_JPEG_PICTURE Dos días estuve con Arditti y su familia hablando de un pasado que aún tiene registrado en su mente y grabado en su antebrazo. En esta fotografía que le hice en su casa de Francia quise retratarle con algo que le define a la perfección, el libro que años atrás escribió: “Vouloir Vivre”.

Los nazis sesgaron la vida de su hermana Ida, la de su sobrino Jacques, con tan sólo 14 años, y la de su padre Salomón, un rumano residente en Bulgaria que se trasladó a París en 1940, poco antes de la ocupación nazi de Francia, para estar al lado de sus hijos. Todos, incluidos Léon y su hermano Oscar, fueron enviados a Auschwitz. Sólo regresaron con vida los dos hermanos.Exif_JPEG_PICTURE

Drancy, Auschwitz, Gleiwitz, Osterrode, Günzerrode y Dora-Mittelbau son los campos que componen el peregrinaje de los hermanos Arditti en Francia, Polonia y Alemania. En algunos fueron de paso, pero el gran terror fue su estancia en Auschwitz III Monowitz. Allí estuvieron conocidos nombres del mundo literario como son el escritor italiano de origen judío sefardí Primo Levi o incluso el escritor húngaro de nacionalidad rumana Elie Wiesel, con quien compartieron block, la barraca 30, aunque no lo supieron hasta después de la liberación. Allí todos eran anónimos bajo el imperio del miedo y el exterminio.

Léon Arditti ha sobrevivido en Auschwitz a 40º bajo cero, ha escapado a los más duros trabajos, a las temidas “selecciones” para las cámaras de gas, a las marchas de la muerte, al hambre, la disentería, los golpes de schlague propinados por los SS y, hacia el final de la guerra, en un traslado a otros campos, consiguió evadirse al ocultarse en un conducto de ventilación escapando a una muerte segura. En el último campo que pisó, Dora-Mittelbau, llevó a cabo la esperpéntica tarea de trasladar a diario los cadáveres de los presos que agonizaban en la enfermería hasta el crematorio. Se palpaba una libertad inminente y, sin embargo, muchos seguían muriendo en aquél dramático submundo nazi. En medio de esta batalla, Léon Arditti se convirtió junto con su hermano Oscar en todo un estratega de la supervivencia y su historia es un himno a la resistencia humana.Exif_JPEG_PICTURE

El libro “Vivos en el averno nazi” (Ed. Crítica) contiene hasta 20 escalofriantes narraciones de supervivientes de los campos de Mauthausen, Gusen, Ebensee, Dora-Mittelbau, Buchenwald, Auschwitz Monowitz, Bergen-Belsen, Natzweiler-Struthof y Ravensbrück.

SEGUNDO ESPALLARGAS, alias “Paulino”(Aragón,1920 -París, 2012)

EL BOXEADOR IMBATIDO DE MAUTHAUSEN

OLYMPUS DIGITAL CAMERADe entre los veinte entrevistados de “Vivos en el averno nazi” uno de los que más me impactaron fue Segundo Espallargas, alias Paulino (Albalate del Arzobispo, Aragón, enero 1920 – París, 2012).

El día que le visité en su domicilio en las afueras de París libraba su último combate, esta vez con la vida. Semanas después falleció a los 93 años, pero el hombre que yo conocí aquella mañana, aunque enfermo, era alto, de complexión fuerte y robusta, brazos largos y manos grandes, era el boxeador imbatido de Mauthausen. Me impresionó por su grandeza y, a la vez, por debilidad física, todo al mismo tiempo. Era un hombre sencillo, con buen humor, incluso aún a pesar de sus escasas energías contó que al nacer pesaba más de siete kilos y que muchas personas acudían a verle como algo fuera de lo normal. Realmente lo fue.

Luchó en la guerra civil con apenas dieciséis años y, más tarde, al estallar la segunda Paulino, boxeador campo nazi de joven, años 40 foto 2guerra mundial, fue destinado a campos de prisioneros de guerra hasta llegar finalmente a Mauthausen, donde estuvo cuatro años. Desempeñó diversos trabajos: en la cantera, cargando mercancías pesadas, como mecánico, en las cocinas…Pero algo le diferenciaba de los demás presos a ojos de los SS: sus puños. Los fines de semana los nazis montaban un cuadrilátero y Paulino debía luchar en aquél cruento ring. Combatió con boxeadores de diversas nacionalidades, algunos prisioneros como él, a sabiendas de que una derrota podía conllevar su muerte inmediata. Su misión era ganar, permanecer imbatido. Lo consiguió.

Todo esto lo recordaba el día que le visité. Decoraban las paredes de su casPaulino, boxeador campo nazi dibujoa diversos cuadros, fotografías y dibujos. Distinguía imágenes de un Espallargas joven en el año 1946, un dibujo a lápiz de dos boxeadores en combate firmado por R. Mossot y un cuadro que le regaló un amigo, una pintura muy colorida con el rostro de un boxeador con sus guantes situado delante de un muro donde se puede leer bien grande: Mauthausen. Aquellas paredes transmitían toda una vida.

De repente me mira, sonríe y hace un gesto para que me siente a su lado. Estaba prácticamente sordo. Aún así, escucho su voz y, aunque se agota pronto, resuena fuerte en su caja torácica para decirme:

Paulino, boxeador campo nazi 3-Ser boxeador es lo que me salvó en el campo. Fue el comandante de Mauthausen el que me dio el nombre de Paulino porque admiraba mucho a un español guipuzcoano, un campeón que boxeaba en Alemania que se llamaba Paulino Uzcudun. Por eso me llamó así. Me decía ‘¡si no ganas, vas al crematorio!

Cuando explica que, por ser imbatido, llegó a tener a veces el privilegio de escoger a sus adversarios, imagino los puñetazos que podía dar con rabia este personaje musculado de más de 1,80 metros de altura para efectuar tal venganza. Lo cierto es que, a medida que ganaba los combates, aumentaba su importancia en el campo y el respeto que kapos y SS sentían por él.Paulino, boxeador campo nazi pintura

Con frecuencia el comandante gritaba: “montad el ring y llamad a Paulino!” Y siempre ganaba. De combate en combate, los prisioneros lo admiraban, los alemanes le respetaban y sus contrincantes le temían….

(VIVOS EN EL AVERNO NAZI- Ed. Crítica)

 

EDMON GIMENO Y EL ROBO DE ZAPATOS

edmon gimenoHace unos días leí la noticia de un robo de zapatos de víctimas del Holocausto expuestos en el museo del campo de Majdanek, en Polonia, a pocos kilómetros de Lublin. En este campo de exterminio creado por Himmler en 1941 se exhiben más de 56 mil zapatos protegidos por alambradas tal como muestra la imagen.

De repente vino a mi mente un episodio vivido por todo un personaje, uno de los veinte protagonistas a los que entrevisté para “VIVOS EN EL AVERNO NAZI” (Editorial Crítica):EDMON GIMENO FONT (Caseres –Tarragona-campo nazi1923-2014).

A él le robaron los zapatos de deportado durante su primera noche en el campo nazi de Dora. Puede parecer un detalle sin mayor trascendencia, pero dentro de un campo de concentración y, especialmente, en pleno invierno a temperaturas bajo cero, tener los pies calzados era algo de vital importancia. La vida o la muerte de los presos podía depender de ello.

Edmon llegó a Dora-Mittelbau (Alemania), en febrero de 1944. Allí, miles de presos fabricaban motores de avión en la fábrica subterránea de Mittelwerk y, además, en el interior de enormes túneles producían las V1 y V2, bombas mortíferas volantes que podían alcanzar objetivos muy lejanos.

Este era uno de los recuerdos más vivos que tenía Edmon del gigante de Dora. Con tan sólo llegar le hicieron dormir dentro de los túneles junto con otros presos. Pasaron la primera noche en las entrañas de la montaña, en el interior de la fábrica subterránea donde tantos deportados encontraron la muerte. Recuerdo que me decía:

-El espectáculo era terrorífico. El ruido de las explosiones, el de las perforadoras, el humo y el polvo hacían el ambiente irrespirable…Humedad, falta de aire, trabajos forzados, golpes, gente desfallecida. Allí morían todos los hombres a montones…

Pasaron la noche en un lateral del túnel, un lugar frío, insalubre, fangoso para, a la mañana siguiente, salir al Kommando de trabajo. Aquella noche, de repente, desde la penumbra divisó alguna sombra, furtiva, rauda y veloz. Era un ladrón, le robó los zapatos y le dejó a cambio otros totalmente despedazados.

Vio salir corriendo a aquella sombra y, al instante, supo qué había pasado, pero si gritaba los kapos se lanzarían sobre él hasta destrozarle a golpes por alterar su sueño. Optó por callarse y aguantar.

-Los días siguientes tuve que ir con aquella especie de zapatos rotos, con suela de madera y una mínima tela de sujeción, con los dedos al aire. Así estuve en la appellplatz cada día, a las cinco de la madrugada…Tenía la impresión de que no sobreviviría. Al final me dijeron quién podría ayudarme y conseguí otros zapatos, si pueden llamarse así, mejores.

En enero de 2015 se cumplirá un año del fallecimiento de Edmon Gimeno, un hombre inagotable, culto, vital, Doctor en Geografía e Historia y autor de “Buchenwald, Dora, Bergen-Belsen. Vivencias de un deportado”.

Recuerdo que el equipo de @Ed_Critica fue a visitarle para grabar un video promocional de “Vivos en el averno nazi”. Les narró con emoción las amenazas de un SS durante su cautiverio. Decía: “Du morgen, krematorium”… /“Tú, mañana, crematorio»/…

http://www.europapress.es/internacional/noticia-roban-zapatos-victimas-holocausto-antiguo-campo-concentracion-20141126112402.html

RAMIRO SANTISTEBAN (Laredo –Cantabria- 1921)

JUNTO A SU PADRE Y SU HERMANO, CON LA MUERTE EN LOS TALONES

A las diez de la mañana, en PP1490206arís, abrieron la puerta de su casa Ramiro Santisteban y su esposa Niní, simpáticos, guapos y alegres. Ambos, impregnados de optimismo y buen talante, contaron su historia retrocediendo casi setenta años atrás.

Ramiro Santisteban (Laredo, 1921) tenía solamente quince años cuando en agosto de 1937 el avance imparable de las fuerzas nacionales que entraron en Santander era una realidad. Su padre, Nicasio, de tendencias republicanas, comprendió enseguida que debían irse del pueblo. Huida, miedo, siempre con el peligro detrás de los talones. En el momento más dramático lograron subir a un barco pesquero y, toda la familia, poner rumbo a Francia, desembarcando en el puerto de la Rochelle.
Ramiro Santisteban
Allí comenzaría un largo peregrinaje narrado en “Vivos en el averno nazi”.

 Exilio, campos de internamiento en Francia y, finalmente, campos nazis, concretamente Mauthausen. El padre y los dos hijos estuvieron siempre, o casi siempre, juntos en este largo camino, pero tras la liberación, en mayo de 1945, el padre fallecería en un hospital francés y el hermano sería asesinado cuando intentaba cruzar la frontera a España, oculto por las montañas, para ir a visitar clandestinamente a su madre enferma. Era solamente 17 meses mayor que Ramiro, muy parecido físicamente, les tomaban por mellizos con frecuencia.

-Tanto sufrir para este final…-comenta con tristeza cuando lo recuerda…

Exif_JPEG_PICTURESantisteban fue uno de los jóvenes Poschacher de Mauthausen que trabajaron en la cantera del pueblo. Cada día iban y regresaban al atardecer pero, finalmente, fueron liberados para dormir fuera de los muros del campo. Ramiro lo recordó durante la entrevista (aquí sólo un fragmento breve), al igual que habló de otro personaje de “Vivos en el averno nazi”, Segundo Espallargas, alias Paulino, el boxeador imbatido.
P1490244

Niní, su esposa, trabajó en el Ministerio de Justicia y por sus manos pasaron expedientes para la búsqueda de criminales de guerra. Su historia es igualmente apasionante.

http://splashurl.com/pcvuyfq

ADIÓS AL DEPORTADO ESTEBAN PÉREZ

ESTEBAN PÉREZ PÉREZ (Portillo de Toledo, 1910 – Montséret 2014): EL HOMBRE QUE ELABORÓ COMBUSTIBLE PARA LOS MISILES V1 Y V2 

Hace pocos días ha fallecido Esteban PérEsteban Pérez (4)ez, un personaje peculiar. Le conocí en el año 2009 con motivo de un viaje organizado por la Amical Mauthausen a Austri para la conmemoración de la liberación de los campos de concentración nazis. Él se encargó de depositar la ofrenda de flores en el sarcófago de la Appellplatz de Mauthausen durante la celebración. Aquél día ya me sorprendió. Era un hombre con la mente muy ágil y despierta que explicaba su terrible experiencia mientras visitábamos el campo en compañía de otros dos supervivientes: José Alcubierre, al que también entrevisté en su casa para el libro “Vivos…”, y el ya fallecido Juan Camacho.

Esteban iba acompañado de su inseparable Térèse y hacía gala de un excelente humor, buena memoria y una salud física envidiable. Cantaba, recitaba poemas, incluso marcaba algunos pasos de baile… pero en el instante de la ceremonia en memoria de los fallecidos, su semblante cambió totalmente, se sumergió en un silencio absoluto y, al compás de la música que sonaba por todo el campo, efectuó la ofrenda floral con profundo sentimiento. No podía ser de otra forma, allí uno se impregna totalmente del dolor ajeno.Exif_JPEG_PICTURE

La segunda vez que hablé con él fue cuando le visité en su casa de Montséret, en Narbonne, un lugar tranquilo, lejos del bullicio. Fui allí para entrevistarle, en diciembre de 2009. Y, por supuesto, también estaba Térèse. Fuimos a comer y luego charlamos durante horas. Resultaba divertido cómo entremezclaba el español con el francés mientras recordaba sus cualidades de poeta. Allí, en el salón, me llamó la atención una poesía enmarcada que había escrito a su esposa cinco días después de la liberación de Mauthausen y una fotografía suya enmarcada en la pared, vestido con el traje de rayas. Fue tomada tras la liberación, en Créteil, en uno de los centros de reposo que atendieron a los deportados para restablecerse de toda aquella masacre.

Me dijo que también guardaba el traje, pero aquél día decidió ponerse una bufanda de rayas y mostrar las medallas concedidas al mérito por el gobierno francés y la cruz de antiguos combatientes. Así le fotografié.

Esteban luchó durante la Guerra Civil, sufrió graves heridas, cruzó la frontera de Francia en Febrero de 1939, inició su peregrinaje por tres campos franceses (Barcares, Saint-Cyprien y Argêlers), trabajó en la Línea Maginot, fue capturado por las tropas alemanas en mayo de 1940, conducido a un campo de prisioneros de guerra (Stalag XVII-B) y, finalmente, transportado al campo nazi de Mauthausen para luego trabajar en las fábricas de Steyr y Redl-Zipf.

Es un largo recorrido intentado evitarExif_JPEG_PICTURE la muerte a diario y más de diez años de lucha y combate, desde el inicio de la Guerra Civil en 1936 hasta la liberación de los campos al final de la II Guerra Mundial en mayo de 1945. Todo esto para luego no poder regresar a España y tener que reinventarse en Francia, país que acogió a la mayoría de españoles que no volvieron por temor a represalias franquistas.

Sin embargo él lo cuenta todo con la tranquilidad del transcurrir de los años. Tan sólo se emociona visiblemente al recordar a un coronel médico de la enfermería, un checo que le salvó la vida. Le alertó de no pisar la enfermería aún estando enfermo bajo riesgo de ser eliminado por una de las inyecciones letales aplicadas a los presos debilitados.

-La piqûre, la piqûre….-reiteró varias veces con voz entrecortada al borde del llanto…

La inyección era una de tantas formas de matar existentes en los campos nazis. Ahorcamientos, fusilamientos, palizas, ataques de perros, duchas de agua helada, experimentos médicos, cámara de gas… En Mauthausen fue muy popular Airbert Heim, conocido como Doctor Muerte, que llevó a cabo numerosos experimentos médicos con los presos durante su estancia en el campo, entre el 8 de octubre y el 29 de noviembre de 1941. Fue uno de los médicos más crueles del III Reich, al igual que Eduard Krebsbach, jefe de los SS médicos que llegó al campo a mediados de 1941 hasta 1943 y sería el iniciador de la matanza masiva de presos por inyección letal.camara de gas

Esteban logro evadir “la piqûre” y, una vez recuperado, tuvo un nuevo destino, el komando Schlier, en Redl-Zipf, donde se fabricaba combustible para los misiles V1 y V2.

Su narración era impactante. Me alegro de haberle conocido e incluir su relato junto con otros veinte entrevistados en “Vivos en el averno nazi”.

Ahora que su voz se ha apagado, recuerdo que cuando estuve en su casa me preguntó por otros deportados. Uno de ellos, con el que habíamos viajado a Mauthausen, era Juan Camacho. Le dije que había fallecido, algo que le entristeció profundamente. Se quedó en silencio unos segundos, pensativo, luego me miró me dijo:

-Ya no quedamos casi ninguno ¿c’est vrai?

Cierto, es inevitable. Pero lo peor es el olvido….

Anochecía en Montséret, era hora de partir. Esteban se levantó de la silla para acompañarme al coche y evitar que regresara de noche:

-¡Allez, allez, partez vite à l’Espagne! C’est un long chemin….

Esteban Pérez (2)Es la última imagen que tengo de él y de Térèse, despidiéndonos cariñosamente tras pasar una jornada conversando de un pasado no tan lejano. Mientras, reflexioné sobre el instinto de superación y supervivencia de aquellas personas que han vivido años de lucha, guerra, torturas y han sufrido en silencio el olvido de la sociedad.

JESÚS TELLO (Épila de Jalón, 1924 / Tournefeuille, 2013)

HORRIBLES TORTURAS EN EL BARRACÓN 32, DE LOS “INVÁLIDOS»

Foto Jesús Tello w“Gusen era lo peor. A veces hacían lavar muertos con una escoba de barrendero y un tubo de agua. ¡Daba una impresión! Era en el bordillo de la acera, entre la barraca y la acera exterior alquitranada, lo que separa la barraca. Pues en el bordillo ese un tubo de agua, cuatro escobazos a los muertos y llegaba un carrito para transportarlos con unas tenazas enormes, como esas que usan en las fundiciones que sirven para coger el material incandescente. Se parecían mucho. Los cogían por el cuello y los llevaban a rastras. Pero antes les abrían la boca pisándoles la garganta y si había dientes de oro los arrancaban primero. Que nadie venga ahora a decirme que no es verdad, ¿eh? Eso a los muertos, pero los que estaban aún vivos, moribundos, los arrastraban hasta adentro, les metían la cabeza en un bidón de agua hasta que se ahogaran”.

-Verídico, ¡yo lo vi!- me dice Jesús Tello, con el tono de voz firme y decidido que le caracteriza al narrar esta esperpéntica escena que presenció en Gusen.

-Sí, sí, puedes escribirlo, es cierto- reiteraba agitado. Exif_JPEG_PICTURE

Y así lo hice, lo conté en el libro ‘Vivos en el averno nazi’ donde él es uno de los 20 entrevistados a los que acudí a visitar a su casa para conocer su pasado. Por desgracia es también uno de los que fallecieron en el transcurso de 2013.

Particularmente, fue uno de las personas que más me impactaron tanto por su portentosa y milimétrica memoria, aún a pesar de su avanzada edad, como por la intensidad de su relato y su forma de hablar, repleta de indignación hacia las brutalidades de aquél pasado en los campos nazis.

La entrevista tuvo lugar en su casa, junto con su esposa Carmen y allí estuvimos hasta el anochecer. Siempre decía “Me puedo pasar horas, días hablando de la deportación”. Cierto, Jesús era un hombre incombustible. Comentó extensamente la tortura de las duchas frías en Gusen, las inyecciones de la muerte inoculadas a algunos de sus compañeros, su trabajo en las cocinas de los SS del campo, cómo le amenazó un oficial nazi, cuchillo en mano, preguntándole si era comunista o bolchevique sólo para divertirse, el transporte de los muertos con grandes tenazas que oprimían su cuello…

Exif_JPEG_PICTURETello tenía un discurso impactante, demoledor, entremezclando a cada rato expresiones, palabras o números en alemán, gritando, golpeando, como lo hicieron sus carceleros tantos años atrás.

Fragmento de unos tres minutos de la entrevista con Jesús Tello en su casa de Tournefeuille (Toulouse) en 2011 donde narró algunos de los episodios más crueles que vivió en el campo de Gusen. Fue todo un placer conocerle y hablar con él.

CONCHITA GRANGÉ RAMOS (Torre de Capdella–Lleida, 1925)

CAMINO DE RAVENSBRÜCK A BORDO DEL TREN FANTASMA

P1510088“Llegamos a Ravensbrück el 9 de septiembre de 1944. Fuimos a parar al bloque 22, el más sucio. Allí estaban las gitanas. Nada más entrar, un olor nauseabundo se nos agarraba a la garganta. Era terrible: los piojos, los chinches, de todo había allí (…) En Ravensbrück he visto a las “oficerinas” pegar con los látigos que llevaban; pegaban a las que pisaban los bordes de las barracas; pegaban a los niños que chillaban hasta que perdían el sentido, y después, en las salas de exterminio a los que jamás volvíamos a ver. Los golpes, el ladrido de los perros de los SS, los silbidos, las “listas” a las tres de la mañana durante tres horas (…) En Ravensbrück todo era siniestro. El camino de piedras, el campo negro, el águila enorme…”                          (Testimonio de Conchita incluído en el libro “De la resistencia y la deportación”, de Neus Català)

Así fue la entrada de miles de mujeres en uno de los peores campos nazis durante la II Guerra Mundial: Ravensbrück, cerca del pueblo de Fürstenberg, un tétrico lugar pantanoso a unos noventa km al Norte de Berlín, Alemania.

Entre 1939 y 1945, la fecha de la liberación, fueron presas en este campo unas 132.000 mujeres de más de 40 países diferentes, incluidas unas 300 españolas. Algunas, pocas, llegaron con sus hijos, la mayoría exterminados, al igual que los cerca de 20.000 hombres que, a partir de abril de 1941, fueron destinados a un anexo construido para ellos.

Había leído el libro de Neus Català “De la resistencia y la deportación. 50 Testimonios de mujeres españolas” y me cautivó de inmediato el texto de Conchita Grangé Ramos. Poco después leería también “L’Odyssée du train fantôme”, de Jürg Altwegg, donde narra en distintos momentos la experiencia de Conchita a bordo del fatídico Tren Fantasma, Le Train Fantôme, desde Toulouse, donde fue apresada por la Gestapo, hasta Dachau y, finalmente, hasta el campo nazi de Ravensbrück.

P1510015-Entras en un mundo que ya no es mundo – me dijeron las pocas supervivientes que entrevisté en España y en Francia. Era su forma de definir su dantesca y cruel entrada en este averno oscuro, con barracones grises y aspecto siniestro.

Para conocer la experiencia de las mujeres en los campos nazis visité la Amical de Ravensbrück de Barcelona y hablé con Neus Català, a la que entrevistaría en su casa de Rubí (Barcelona). Semanas después viajaría a París, a casa de la francesa Elisabet Ricol, de padres españoles de Toledo y Brigadista Internacional en Albacete, más conocida como Lise London por ser la esposa del político Artur London. También en París visitaría en su casa a la deportada francesa Annette Challut, la que fue presidenta de la Amical Ravensbrück de París. Poco después llegué hasta nuestra protagonista.

Conchita Ramos nació en Cataluña, en Torre de Capdella –Lleida-, pero de niña fue trasladada a Toulouse con sus tíos y a los 17 años ya colaboró con la Resistencia francesa en su lucha contra el fascismo. Conchita a la liberation-20 années CEDIDA

Alguien la denunció, fue detenida, apaleada por la Gestapo y, finalmente, trasladada al campo nazi de Ravensbrück. Allí fue testigo de la trágica matanza de tres niños, vio morir a otras tantas mujeres y observó el resultado de los experimentos médicos en mujeres operadas. Me repitió en más de una ocasión: “aquello era terrible, se les veía el hueso, les sacaron la piel, los músculos….hicieron barbaridades con aquellas mujeres…”

Con una de ellas, una rusa, guardó una bonita amistad muchos años después de la liberación, al igual que con Geneviève de Gaulle, la sobrina del general de Gaulle y la etnóloga y escritora Germaine Tillion. Siempre recuerda una frase suya al hablar del sabotaje en las fábricas de armas nazis donde trabajaban las deportadas y cómo debían comportarse para pasar desapercibidas: “Hay que ser inteligentemente imbéciles y torpes”. Siempre me pareció una excelente frase.

Conxita abans de la guerraConchita siempre ha permanecido en silencio, sin entrevistas, lejos de la opinión pública, pero se ha implicado activamente en dar a conocer el horror nazi a los jóvenes franceses de las escuelas de Toulouse. Imparte charlas, les cuenta su experiencia en un cruel pasado para que, como ella dice, recuerden y no olviden.

Hoy ya no acude a su cita semanal en el Museo de la Resistencia de Toulouse, un problema de salud la mantiene al margen de todas aquellas tardes con jóvenes horrorizados ante lo que les contaba. Observé sus rostros en una de sus conferencias y realmente era impactante, sobrevolaba un profundo respeto e inquietud por saber aún más de lo ocurrido. “Esto que cuenta no lo leemos en los libros de texto”, decían.

¿Y del negacionismo? Conchita se enfurece con este tema. Su respuesta es tajante: “A los que dicen esto yo les llamo nazis” Deja muy claro que no entiende que nadie pueda pensar así y, por ello, ha ofrecido siempre su testimonio a los jóvenes estudiantes porque son el futuro, tienen el porvenir por delante y desea que nunca lleven a cabo barbaridades similares. A ellos no les odia, son la tercera o cuarta generación, pero a algunos de los abuelos que colaboraron con aquellas matanzas sí les odia, eran unos bárbaros: “Yo he visto matar niños por aquellos abuelos y eso no lo puedo olvidar”.Exif_JPEG_PICTURE

La entrevista se produjo en el Museo de la Resistencia de Toulouse, delante de un cuadro que siempre le impresionó y del que adjunto la imagen. He hablado con ella por teléfono y se alegra de la publicación de este libro: “es importante que la gente sepa qué ocurrió en el pasado, en aquellos tiempos de guerra, antes de que se olviden de nosotros”

VIVOS EN EL AVERNO NAZI (Ed. Crítica)

Fragmentos baja resolución de Conchita (en catalán). En el primero recuerda su llegada al campo de Ravensbrück y cómo le dijeron de ir a ver les “Petites lapins” (pequeñas conejas). La llevaron a una barraca donde vio algunas mujeres operadas de las piernas…»se les veía el hueso, les sacaron la piel, los músculos»…. Con una de ellas, una rusa, guardó una bonita amistad muchos años después tras la liberación.

En el segundo fragmento explica cómo le rozaron las balas en la cabeza cuando varias mujeres hambrientas se lanzaron sobre unas verduras podridas lanzadas por un camión. Los SS les dispararon sin cesar y muchas murieron allí mismo.

En el tercer fragmento narra una imagen que tiene grabada en su mente: cómo una guardiana lanzó un perro sobre un niño de cuatro años.

En los otros fragmentos comenta que no entiende que pueda existir el negacionismo. Ella ofrece su testimonio a los jóvenes estudiantes porque son el futuro, tienen el porvenir por delante y desea que nunca lleven a cabo barbaridades similares. A ellos no les odia, dice Conchita que son la tercera o cuarta generación, pero a los abuelos que colaboraron con aquellas matanzas sí les odia, eran unos bárbaros: “Yo he visto matar niños por sus abuelos y eso no lo puedo olvidar”.

http://youtu.be/-zU7S_U5z_w

ELISABET RICOL -LISE LONDON- (Montceau-les-Mines -Francia-1916 / París, 2012)

VIDA DE PELÍCULA NARRADA EN SU CASA DE PARÍS

“Abren las puertas. Oficiales de las SS sujetan de las correas a los perros lobos que nos huelen y ladran P1410998mostrando sus colmillos amenazadores. Nuestro pánico les divierte enormemente. ¿Quién es ese monigote calvo y ridículo que se mueve lanzando órdenes y empujándonos? Lo sabremos más adelante: es un preso común que las SS utilizan como traductor y ejecutor de sus vilezas. ¿Y esa histérica, con gafas y enormes pendientes, que nos golpea los brazos y grita como si quisiera calmar sus propios nervios? Se trata de nuestra guardiana jefa, una mujer completamente desequilibrada. Así empieza nuestro descenso a los infiernos”…. 

“Las Aufseherinnen ya están aquí. Normalmente acuden en parejas. Jóvenes, coquetas, bien peinadas, la mirada arrogante y desdeñosa que nos dirigen revela su convencimiento de pertenecer a la raza de los señores… Una de ellas lleva un perro lobo amaestrado dispuesto a atacar. Con aire de expertas observan las filas y verifican si están al completo, cuentan y multiplican por cinco: la cifra es exacta. Este ritual se repetirá todas las mañana y todas las noches prolongándose así aún más las doce horas de trabajo forzado de las desgraciadas mujeres presas, extenuadas y literalmente muertas de hambre” ….  (Textos extraídos de ‘Memorias de la Resistencia’, de Elisabet Ricol)

P1420125Elisabet Ricol es una de las tres mujeres de «Vivos en el averno nazi». La conocí en el año 2010. Había entrevistado meses atrás a las deportadas Neus Català en su casa de Rubí (Barcelona) cuando todavía vivía allí y a Conchita Grangé Ramos en Toulouse, ambas luchadoras de la Resistencia. No había más españolas vivas para contar cómo sobrevivieron al infierno nazi. Carmen Cuevas, residente en París, se encontraba en un pésimo estado de salud, no recibía visitas y, pocos meses después, supe de su fallecimiento. Quedaba solamente por conocer a Elisabet Ricol, de raíces aragonesas, más conocida como Lise London por su marido Artur London (1915-1986), escritor y político checoslovaco que estuvo preso en Mauthausen.

Lise, que falleció en marzo de 2012 en un hospital de París, era francesa de padres Lise y Artur Londonespañoles, de Teruel. Dos años antes tuve la suerte de visitarla y conversar con esta veterana en su domicilio. Había leído sus «Memorias de la Resistencia» y quería conocer a aquella mujer que había luchado contra el fascismo, que había participado en la Guerra Civil española como Brigadista Internacional y que había actuado enérgicamente desde la Resistencia. Su constante batalla le acarreó graves consecuencias: el arresto, la tortura, la cárcel y una condena a muerte finalmente conmutada. Finalmente sería deportada a los campos nazis y, tras la liberación, apartada durante años de su segundo esposo por el régimen estalinista checo, Artur London, también Brigadista.

Ambos, intelectuales, comunistas y luchadores incansables jamás se rindieron. Artur falleció en el año 1986. Su historia de amor, guerra, separaciones y reencuentros está repleta de emoción, solidaridad y sacrificio en pro de la libertad y unos ideales.

P1420180Fueron más de dos horas de entrevista, algo inesperado pues me alertaron previamente de su salud debilitada.

Quedaron muchas cosas en el tintero, pero sólo por el hecho de conocerla a ella, su entorno, su espacio, algo más íntimo y cercano, había valido la pena sobremanera.

VIVOS EN EL AVERNO NAZI (Ed. Crítica)

(cortes de dos minutos, baja resolución)

LUIS ESTAÑ ALFONSEA (Callosa de Segura –Alicante- 1917 – 2010)

«EL ASTURIAS, EL KAPO MÁS TEMIDO, ME PROTEGIÓ»
Exif_JPEG_PICTURE
“El animal más feroz de la tierra es el hombre. Qué pocas personas, qué pocos animales hay que maten para divertirse…. Allí, en Mauthausen, en Gusen, eso era cada día, con los SS, con los kapos. En el campo debías ir siempre escondiéndote, pasar inadvertido, controlando lo que tenías que hacer, estar siempre atento, muy atento….y ser rápido, muy rápido. Luego, tras la liberación, fuera del campo, también me costó mucho superarlo, no sabía qué debía hacer. Esas cosas no se borran en mucho tiempo”.
Esto es lo que decía Luis Estañ (Callosa de Segura, Alicante) una y otra vez cuando fui a entrevistarle en su casa (2010). Lo contaba tal como era él, sincero, inocente, experimentado… y con horror, el horror del que ha visto de cerca la muerte de sus compañeros y la suya propia en un mundo retorcido y grotesco, repleto de traiciones. Eso era Gusen (campo de concentración anexo a Mauthausen, Austria) y él todavía tenía pesadillas por las noches.
Exif_JPEG_PICTUREMostró imágenes del pasado, de entre las cuales destacaba una fotografía enmarcada con tres hombres abrazados. Eran los tres supervivientes valencianos del campo de Mauthausen: el propio Luis Estañ, Paco Aura y Paco Batiste. Se habían reencontrado años después de la liberación y quedaban inmortalizados en aquella imagen de tantos años atrás.Una cruel infancia, Guerra Civil, exilio, campo de internamiento francés Argelès-sur-Mer, II Guerra Mundial, lucha y captura en Dunkerque de su compañía por la Wehrmacht, prisionero de guerra en el Stalag XII D en Trier, Renania-Palatinado (Alemania) y, en enero de 1941 Mauthausen-Gusen. Un largo recorrido.
-Los primeros días estas allí y no sabes que hacer…no sabes por dónde tirar…. La Exif_JPEG_PICTUREverdad, en estos sitios entras y casi automáticamente te quedas en blanco. Para cuando puedes reaccionar un poco solo tienes una obsesión: la supervivencia. Estas cosas hay que vivirlas… Fíjate, estas en Mauthausen, llega una expedición de por ejemplo…. 200 hombres… y al cabo de pocos días solamente quedaban catorce. Todo iba así, rápido, muriendo rápido. A veces lo mejor era dedicarte a escurrir el bulto. Eso sí, nunca me metí con nadie ni hablé de nadie, ni de sus ideas políticas quien las tuviera…-dice Luís con el convencimiento de la honestidad, para seguir afirmando:
Exif_JPEG_PICTURELuis Estañ es uno de los pocos hombres, tal vez el único, que puede decir que ha trabajado para dos de los españoles más temidos de Mauthausen y de Gusen, dos hombres con autoridad ante los SS. Y, por un motivo u otro, sobrevivió, en gran parte, gracias a ellos.Uno era “el Asturias”, en Gusen, convertido en Kapo, más aún, en Oberkapo (jefe de kapos) y conocido como Napoleón o el Matajudíos, lo cual ya denota su carácter y proceder.Estañ es uno de los 20 protagonistas de “Vivos en el averno nazi” (Ed. Crítica). Su Exif_JPEG_PICTUREtestimonio ha quedado en buenas manos, la de su familia y, especialmente la de su nieto Gabriel (foto), que es el depositario de sus recuerdos, el heredero de su memoria.
VIVOS EN EL AVERNO NAZI (Ed. Crítica)

 

NEUS CATALÀ PALLEJÀ (Els Guiamets -Tarragona- 1915)

BOICOTEAR, BOICOTEAR, BOICOTEAR…

neus català“Con 22º bajo cero, a las tres de la madrugada del 3 de febrero de 1944, mil mujeres procedentes de todas las cárceles y campos de Francia llegamos a Ravensbrück. Era el convoy de las 27.000, así llamadas y así conocidas entre las deportadas. Entre esas mil mujeres recuerdo que habían checas, polacas que vivían o se habían refugiado en Francia y un grupo de españolas. Con 10 SS y sus 10 ametralladoras, 10 “aufseherinnen” y 10 “schlage” (látigo para caballos), con 10 perros lobos dispuestos a devorarnos, empujadas bestialmente, hicimos nuestra entrada triunfal en el mundo de los muertos. En unos minutos la boca del infierno de Ravensbrück cerraría sus puertas y se apoderaría con su engranaje fatal de mujeres heroicas que pronto serian sombras!
(“De la resistencia y la deportación. 50 testimonios de mujeres españolas”, Neus Català)

Fue una de las primeras entrevistas de este libro, a inicios del año 2010, cuando todavía residía en su casa de Rubí, Barcelona. Charlamos durante unas tres horas, tiempo suficiente para conocerla y cogerle cariño.P1510753

Ravensbrück, cerca del pueblo de Fürstenberg, al que definen como un lugar pantanoso, fue el mayor campo de concentración de mujeres durante la II Guerra Mundial, a unos noventa kilómetros al norte de Berlín, Alemania. Su construcción comenzó en noviembre de 1938, por orden de Heinrich Himmler, pero entró en funcionamiento el mes de mayo de 1939. Hasta la fecha de la liberación fueron presas cerca de 132.000 mujeres procedentes de múltiples países, parece que incluso más de cuarenta nacionalidades, y unos 20.000 hombres que fueron ubicados, a partir de abril de 1941, en un pequeño campo adyacente construido para ellos.

También hubo españolas, unas 300 aproximadamente aunque no hay precisión de algunos datos e incluso muchas ni tan solo fueron registradas. La mayoría fueron detenidas por motivos políticos: luchaban contra el fascismo. Terminaba la guerra civil en España en febrero de 1939 y en pocos meses comenzaba la II guerra mundial, el imperio nazi parecía imparable. Muchas mujeres colaboraron con la resistencia francesa, sirvieron de enlaces, pero un día fueron detenidas por la Gestapo y, finalmente, conducidas a los campos de concentración que los SS habían mandado construir.

Llegaron a Ravensbrück. La maquinaria de deshumanización estaba en marcha bajo la supervisión de las temidas aufseherinnen, las crueles vigilantes SS que impartían disciplina con sadismo.

-Aquello era un lugar tétrico, horrible, espantoso, no era un mundo…y ellas, las guardianas, eran unas malas putas, cínicas, hicieron mucho daño –dice Neus con el ímpetu que le caracteriza.

Dentro de los muros se creó una zona o recinto industrial con talleres dedicados a trabajos de confección y tejido. Allí trabajaban algunas deportadas; otras, eran obligadas a realizar trabajos forzados en naves industriales destinadas a la industria de armamento nazi. Neus desempeñó todo tipo de trabajos el poco tiempo que estuvo Ravensbrück, quizás unos dos meses, antes de ser trasladada al komando Holleischen, destinada a la fábrica de armas.Exif_JPEG_PICTURE

-Sabotear, sabotear, sabotear todo lo que se podía para arruinar aquellas armas que se habían construido para matar a nuestros maridos, a nuestros amigos, a nuestros compatriotas…-dice, casi grita, con una rebeldía en plena ebullición.

Ravensbrück estaba repleto de terrores que acabaron con la vida de miles de mujeres. Uno de ellos fue el denominado corredor de las fusiladas donde tantas murieron; otro, la apisonadora de 900 kg que llegó aplastar a las deportadas más debilitadas que debían manejarla; la enfermería –revier- de donde pocas salían con vida, o el quirófano donde el temido doctor Karl Gebhardt y su equipo efectuaban horribles experimentos médicos con mujeres y niñas, las llamadas Kaninchen o conejitas de indias, las mismas que otra superviviente de este libro, Conchita Grangé Ramos, vio a través de una ventana de Ravensbrück, a hurtadillas. Para finalizar esta colección de horrores, cabe citar el crematorio, inaugurado en abril de 1943 fuera del muro del campo y la cámara de gas a finales de 1944 cerca del crematorio. Allí fueron gaseadas unas 6.000 presas, pero al mes morían muchas mujeres debido a las pésimas condiciones higiénicas, a causa de la tuberculosis, la disentería, el tifus, los experimentos médicos o de agotamiento.

Neus Català en su casa de Rubí-Ravensbrück aún me impresiona… –decía Neus recordando sobrecogida uno de sus últimos viajes conmemorativos al campo organizados por la Amical de Ravensbrück de Barcelona-…en cuanto piso Alemania me cambia la cara y no me doy cuenta. Me viene la entrada, es algo que nunca he conseguido explicarlo y mira que me han pegado palos y todo. Pero lo que me impresionó fue aquella llegada a las tres de la madrugada por un camino de piedras, con un frio que pelaba en el mes de febrero. En el báltico era el infierno pero helado y día a día, oscuro, tétrico…siempre me viene aquello….

NEUS CATALÀ es uno de los 20 testimonios de VIVOS EN EL AVERNO NAZI

JOSÉ MARFIL PERALTA (Rincón de la Vitoria -1921)

EL HIJO DEL PRIMER ESPAÑOL MUERTO EN MAUTHAUSEN

Exif_JPEG_PICTURE-Nuestro deber es la memoria. Yo cuento en mi libro lo que he vivido, sin comentarios de ningún tipo, sólo lo que he visto y he vivido. Cumplo con mi deber.

Se refería al libro “J’ai survécu a l’enfer nazi” (“Sobreviví al infierno nazi”) que escribió años antes para relatar su experiencia sobre el exilio y la deportación. Así de rotundo se manifestó José Marfil, conocido por ser el hijo del primer español muerto en Mauthausen, por el que se guardó un minuto de silencio dentro de los muros del campo. Lo decía durante el trayecto comprendido entre la estación de tren de Perpignà, adonde nos había ido a buscar, hasta su casa de Maureillas-las-illas, Pirineos Orientales, región de Languedoc-Rosellón. Llegó conduciendo su propio coche, con excelentes reflejos, seguridad y precisión, a sus casi 90 años, que es cuando acudimos a visitarle para hablar de su deportación en Gusen.

Marfil es un hombre independiente, de firmes convicciones, le gusta hablar de su pasado pero, también, de la situación actual en el mundo. Es muy reflexivo y entusiasta a la vez.

Nació en Rincón de la Vitoria en el año 1921, es hijo de Rosario Peralta Moreno y José Marfil Escalona, el primer español muerto en Mauthausen. El matrimonio tuvo ocho hijos. Hacia el año 1924, cuando el pequeño José contaba con tan sólo tres años de edad se trasladaron a vivir en Barcelona donde residieron durante un tiempo debido al trabajo de su padre, era Inspector de Aduanas. Durante la Guerra Civil, el padre combatió en el bando de la República, llegó al grado de teniente, pero su participación obligó a la familiar a exiliarse en Francia en 1939, cuando José hijo apenas tenía 18 años de edad. A pesar de su juventud, antes ya había sido movilizado para formar parte de la conocida Quinta del Biberón, nombre que recibieron por su edad los jóvenes republicanos que fueron llamados a filas entre 1938 y 1939, la mayoría de unos 17 años, ante la ocupación franquista de Cataluña. Entonces José se encontraba por Figueres (Girona).Exif_JPEG_PICTURE

La madre, junto con sus hijos, tuvo que refugiarse en Normandía. Mientras, José Marfil Peralta, el hijo, el protagonista de este capítulo, había perdido la pista de su padre. Durante el exilio, entre el caos y la confusión reinante, iría a parar al campo de internamiento francés de Argelès-sur-Mer.

Es en este punto que comienza su libro, exclamando:

-¡Y ahora soy apátrida!

Aquí comenzaba su andadura como hicieron otros tantos miles de españoles, siendo casi ocho mil hombres los que entraron por la infranqueable puerta de Mauthausen y menos de tres mil los que salieron con vida. Su destino fue aún pero: Gusen, el denominado cementerio de los españoles.

P1440465La última vez que hablé con Marfil fue por teléfono en febrero de 2014 para comentarle la publicación de “Vivos en el averno nazi” (Crítica) del que también forma parte en un capítulo. Me contó entonces que había impartido una charla sobre su experiencia a jóvenes franceses:

-Hablé a los jóvenes de la universidad sobre el campo de concentración. Les dije que no hagan caso de una política que dice ofrecerte todo, que no caigan en esa trampa. Es importante que conozcan este desastre que hubo en los tiempos modernos. Deben saberlo para que sean conscientes y no hagan nunca lo que hicieron otros que podían haber sido sus abuelos. Y mi deber, mientras pueda, es contar a la humanidad todo lo que vi y lo que viví. Nada más.

VIVOS EN EL AVERNO NAZI (editorial Crítica-grupo Planeta)

PORTADA
VIVOS EN EL AVERNO NAZI. En busca de los últimos supervivientes españoles de los campos de concentración de la segunda guerra mundial.

«Un libro emocionante y un documento extraordinario sobre el Mal del mundo, pero también sobre el Bien, sobre la increíble capacidad de supervivencia de los humanos» 

Rosa Montero

«¿Otro libro sobre los campos de exterminio nazis?», se preguntarán algunos al tomar este volumen en sus manos. Si comienzan a leerlo descubrirán que no es «un libro más» y, de paso, se percatarán de lo mucho que ignoraban acerca de este mundo de lucha, sufrimiento y resistencia en que se vieron involucrados tantos españoles. Montserrat Llor ha realizado un espléndido trabajo de investigación, entrevistando a un gran número de supervivientes, con el fin de ir más allá de la literatura habitual sobre los campos y recuperar a estos hombres y mujeres, no como víctimas de un drama colectivo, sino como seres humanos que vivieron, cada uno a su modo, la experiencia del campo y su posterior reinserción en la sociedad: «saber cómo viven hoy, en su vejez, aquellos recuerdos de la guerra, exilio, deportación, el retorno (o no retorno) y el silencio».

Josep Fontana (historiador prologuista del libro)

EN RECUERDO DE EDMON GIMENO, UNO DE LOS ÚLTIMOS SUPERVIVIENTES ESPAÑOLES DE LOS CAMPOS NAZIS

En la noche de Reyes el buen amigo Juan Manuel Calvo, historiador y miembro de la junta directiva de la Amical de Mauthausen en Barcelona me comunicó una triste noticia: el fallecimiento de Edmon Gimeno en Caseres (província de Tarragona) justo al comenzar el año nuevo, la noche del 2 al 3 de enero de 2014.

Me ha entristecido profundamente esta noticia y es algo que aún me cuesta creer porque todavía tengo en la mente su imágen de hombre positivo, culto con una energía mental e intelectual importante. Eso es lo que me transmitió cuando visité a Edmon en su casa unos tres años atrás, un hombre sabio y humilde, lo que le hace doblemente sabio. Y además inteligente, doctor en Geografía e Historia que hablaba en alemán, escribía muy bien, trabajó durante años en el Diccionario Enciclopédico de Salvat y efectuó múltiples traducciones de entre las que destaca el geógrafo francés Pierre Deffontaines.

Es uno de los 20 personajes de “Vivos en el averno nazi” (ed. Crítica) que verá la luz a partir del 21 de enero de 2014. Precisamente hablé con él en el mes de octubre y, más tarde, en noviembre para comentar algunos aspectos de su experiencia por los campos nazis. Me sorprendió gratamente su conversación durante casi hora y media a sus noventa años, con una claridad mental y argumental como pocas veces he visto en otros deportados. Se mostraba inmensamente entristecido por la muerte de su hermana. “Es una gran pérdida, no me puedo acostumbrar” me dijo en varias ocasiones durante nuestra conversación telefónica con voz emocionada.

Sus recuerdos del exilio tras la guerra civil y su paso por los campos de concentración nazis de la II Guerra Mundial queda reflejado en su libro “Buchenwald, Dora, Bergen-Belsen. Vivencias de un deportado”, una edición de la asociación Amical de Mauthausen con prólogo de la recién salida presidenta de la asociación, la historiadora Rosa Torán. Sin embargo, por teléfono me comentó que tenía una ilusión, publicar otro libro contando sus memorias de adolescencia y de guerra, cómo vivió su adolescencia durante la guerra civil en España, antes del exilio de su familia.  Fueron más dos años de una juventud perdida, de los 13 a los 15 años. Lo tenía todo documentado, escrito hasta el último detalle, el día a día de lo que ocurría hasta el exilio.

Cuando hablaba de su experiencia en los campos nazis lo hacía perplejo por tanta barbaridad existente en el ser humano. Me contó momentos de espanto como el fusilamiento de unos presos de su vagón al escarbar en la madera del suelo para intentar escapar; la terrible llegada al campo de Buchenwald desnudos bajo la nieve; su traslado, un mes al campo de Dora-Mittelbau (Alemania); su trabajo en el infecto Kommando de las letrinas, el terrible túnel de Dora donde murieron miles de hombres trabajando en condiciones inhumanas la fabricación de los cohetes V1 y V2. Recordaba muy bien su experiencia en el interior de aquél infierno, el gran túnel de Dora, con raíles, vías férreas, lleno de vagones gigantescos, hombres trabajando sin apenas poder respirar, cayendo de agotamiento, hambre y enfermedad, bajo un ruido ensordecedor…

-La vida allí dentro era cruel, por nada mataban los SS. A mí un vez me dijeron “Du morgen, krematorium”, o sea, “Tú, mañana, crematorio…

Hablar con Gimeno es aprender una lección de vida. Solamente hay una cosa que no tolera en absoluto: la violencia.

Recuerdo perfectamente bien sus primeras palabras para el capítulo de “Vivos en el averno nazi”:

“Estoy aturdido, no llegaré a comprender nunca que una parte de la población, en nombre de la raza y de la superioridad sobre los demás, haya llegado a cometer tantos actos criminales. Cómo puede ser que el pueblo alemán, con tan buenos literatos e intelectuales, hiciera, bajo el mando de Hitler, tal barbarie y tanta gente haya colaborado…. Creo que gente criminal debe pagar por lo menos con la cárcel, sí. Los que han matado a niños, mujeres, a tanta gente, no se merecen el respeto de nadie. Un castigo por el atentado moral que han hecho”.Edmon Gimeno

DOCUMENTAL «MEMORIA DE LOS CAMPOS» DE ALFRED HITCHCOCK

Hace unos tres años una persona me indicó que visionara el documental de Hitchcock sobre los campos nazis. Era la entonces presidenta de la Amicale Ravensbrück de París, Annette Challut. Me impresionó. Hoy al leer la noticia, tan solo apuntar que en “Vivos en el averno nazi” (Ed. Crítica) se da referencia de dicho documental titulado “Memoria de los campos” en el que aparecen impactantes imágenes de los deportados, hombres y mujeres, tras la liberación al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Entre otros figuran Dachau, Buchenwald y, especialmente, Bergen-Belsen. En estos dos últimos estuvo preso precisamente Edmon Gimeno, uno de los pocos supervivientes españoles que teníamos y que, por desgracia, falleció el pasado 3 de enero de 2014, a los 90 años.

Además de Edmon, otros supervivientes que forman parte de “Vivos en el averno nazi” sufrieron la deportación a algunos de los campos de concentración citados en este documental. Concretamente en Buchenwald estuvo Alfredo Rotella; en Dachau, aunque fuera por pocos días antes de ser enviada a Ravensbrück estuvo Conchita Grangé; en Ebensee fue preso Francisco Bernal, el zapatero del campo.

En el documental aparecen especialmente imágenes de Bergen-Belsen, así como de Dachau y Buchenwald (Alemania), pero hacia el final también podemos ver Ebensee y Mauthausen (Austria) y otros de los que se ha hablado menos, como por ejemplo el de Wöbbelin, cerca de la ciudad de Ludwigslust (Alemania), en realidad un subcampo de Neuengamme (donde por cierto también estuvo Alfredo Rotella), o el campo de Ohrdruf, en la ciudad alemana que lleva el mismo nombre.

Para ver el documental (TVE): Documental Memoria de los Campos. Alfred Hitchcock